24 nov 2012

La noble batalla contra la Prima de Riesgo


La crisis económica no puede durar para siempre. ¿Cómo se saldrá de esta situación? ¿Se conseguirá pagar la deuda y sus intereses? No es momento para perder el tiempo, pero las historias ayudan a ver las cosas de otro modo: Érase una vez una hermosa princesa. Era hija única y sus padres complacían todos sus deseos: ropa, artilugios tecnológicos, complementos... La dama moraba en un reino llamado Riesgo, el más rico de la comarca, y su nombre era Prima. Su larga, brillante y voluminosa melena rubia; sus ojos pardos; y su blanquecina piel hacían que pareciese todavía más bella. Sin embargo, pese a sus riquezas y su encanto, ningún heredero de los otros feudos accedía a tomarla como esposa. La esbelta doncella tenía fama de ser una persona muy interesada. Es decir, sólo concedía favores si ella obtenía algún beneficio. Además, exigía mucho más de lo que se dignaba a prestar.
 
Siendo la aristócrata conocedora de su reputación y de su situación con los sucesores, quiso vengarse. Su plan consistiría en declarar la guerra a los pueblos vecinos para dejarles endeudados y en la miseria. Así, éstos dependerían de ella para poder subsistir y, a cambio de sus favores, ella podría escoger a uno de los primogénitos para casarse con él. Comenzó a ejecutar su idea con Grecia pues consideraba que, al ser un país con unos monarcas muy inestables, lograría antes su objetivo. Y así fue, la región quedó devastada y sus soberanos se vieron obligados a aceptar el préstamo de la princesa. La maligna Prima de Riesgo prosiguió con Italia y, aunque la resistencia fue mayor, el destino fue idéntico. Entonces, llegó hasta España; pero allí quedó prendada de un apuesto campesino con el que comenzó a coquetear.

Al ver lo que estaba ocurriendo, los jefes de los otros señoríos decidieron que sus descendientes varones se reuniesen en secreto para llegar a una determinación. En esa asamblea, resolvieron confiar los unos en los otros y luchar unidos ya que todos tenían un mismo fin. Una vez estuvo todo preparado, las naciones compartieron todos sus recursos disponibles para poder acabar con aquella maldita crisis. Sus fuerzas juntas eran más numerosas y, además, la princesa había bajado la guardia con el labrador. Gracias a todo esto, los patriarcas alcanzaron la victoria y la Prima de Riesgo fue encarcelada hasta el fin de sus días. Aprendida la lección, los habitantes de todos los lugares no dejaron que volviese a existir una Prima de Riesgo nunca más.

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