La
crisis
económica
no
puede
durar
para
siempre.
¿Cómo
se
saldrá
de
esta
situación?
¿Se
conseguirá
pagar
la
deuda
y
sus
intereses?
No
es
momento
para
perder
el
tiempo,
pero
las
historias
ayudan
a
ver
las
cosas
de
otro
modo:
Érase
una
vez
una
hermosa
princesa.
Era
hija
única
y
sus
padres
complacían
todos
sus
deseos:
ropa,
artilugios
tecnológicos,
complementos...
La
dama
moraba
en
un
reino
llamado
Riesgo,
el
más
rico
de
la
comarca,
y
su
nombre
era
Prima.
Su
larga,
brillante
y
voluminosa
melena
rubia;
sus
ojos
pardos;
y
su
blanquecina
piel
hacían
que
pareciese
todavía
más
bella.
Sin
embargo,
pese
a
sus
riquezas
y
su
encanto,
ningún
heredero
de
los
otros
feudos
accedía
a
tomarla
como
esposa.
La
esbelta
doncella
tenía
fama
de
ser
una
persona
muy
interesada.
Es
decir,
sólo
concedía
favores
si
ella
obtenía
algún
beneficio.
Además,
exigía
mucho
más
de
lo
que
se
dignaba
a
prestar.
Siendo
la
aristócrata
conocedora
de
su
reputación
y
de
su
situación
con
los
sucesores,
quiso
vengarse.
Su
plan
consistiría
en
declarar
la
guerra
a
los
pueblos
vecinos
para
dejarles
endeudados
y
en
la
miseria.
Así,
éstos
dependerían
de
ella
para
poder
subsistir
y,
a
cambio
de
sus
favores,
ella
podría
escoger
a
uno
de
los
primogénitos
para
casarse
con
él.
Comenzó
a
ejecutar
su
idea
con
Grecia
pues
consideraba
que,
al
ser
un
país
con
unos
monarcas
muy
inestables,
lograría
antes
su
objetivo.
Y
así
fue,
la
región
quedó
devastada
y
sus
soberanos
se
vieron
obligados
a
aceptar
el
préstamo
de
la
princesa.
La
maligna
Prima
de
Riesgo
prosiguió
con
Italia
y,
aunque
la
resistencia
fue
mayor,
el
destino
fue
idéntico.
Entonces,
llegó
hasta
España;
pero
allí
quedó
prendada
de
un
apuesto
campesino
con
el
que
comenzó
a
coquetear.
Al
ver
lo
que
estaba
ocurriendo,
los
jefes
de
los
otros
señoríos
decidieron
que
sus
descendientes
varones
se
reuniesen
en
secreto
para
llegar
a
una
determinación.
En
esa
asamblea,
resolvieron
confiar
los
unos
en
los
otros
y
luchar
unidos
ya
que
todos
tenían
un
mismo
fin.
Una
vez
estuvo
todo
preparado,
las
naciones
compartieron
todos
sus
recursos
disponibles
para
poder
acabar
con
aquella
maldita
crisis.
Sus
fuerzas
juntas
eran
más
numerosas
y,
además,
la
princesa
había
bajado
la
guardia
con
el
labrador.
Gracias
a
todo
esto,
los
patriarcas
alcanzaron
la
victoria
y
la
Prima
de
Riesgo
fue
encarcelada
hasta
el
fin
de
sus
días.
Aprendida
la
lección,
los
habitantes
de
todos
los
lugares
no
dejaron
que
volviese
a
existir
una
Prima
de
Riesgo
nunca
más.
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