17 nov 2012

Los coches o cómo dar una imagen u otra

Es conocido por todos el juego del "coche amarillo": si se vislumbra uno, aunque sea en la lejanía, el compañero recibe un fuerte puñetazo en el brazo. En este caso, sólo se tiene en cuenta la tonalidad del vehículo, no la marca. Sin embargo, únicamente en situaciones como la descrita, las personas no se fijan en la marca.

En esta sociedad de consumo, en la que la imagen que e muestra de uno mismo es lo que realmente tiene valor, el automóvil es uno de esos asuntos que han ido cobrando cada vez más relevancia. Pocos son los que se conforman con poseer "algo" con lo que poder moverse. Como apuntan los últimos datos arrojados por el CIS, Mercedes y Audi han aumentado sus ventas en estos nueve últimos meses. Es decir, tanto estadounidenses, como europeos o chinos prefieren coches de alta gama. Al igual que no es lo mismo disponer de una Blackberry que de un Iphone, no puede significar lo mismo manejar un BMW que un Ford; ni tampoco ser el propietario de un biplaza o de un todo terreno. No puede ser igual y no lo es.

Teniendo en cuenta el tamaño, ¿qué impresión da un hombre conduciendo un cuatro por cuatro? Debido a las dimensiones de este, parece que el dueño está observando desde la atalaya como si fuese un ciervo. Por el contrario, si el vehículo es un biplaza, la sensación que provoca es de menudez y sencillez.

Con respecto a la empresa que ha fabricado el automóvil, también existen clichés. Un ejecutivo siempre dispondrá de un coche de alta gama, ¿o no? Y  atendiendo al color del producto, igualmente saltan a la vista las diferencias. Los colores vivos y alegres se relacionan con la inmadurez o con el ser indómito. No obstante, las tonalidades oscuras son las predominantes ya que confieren ciertos valores como la sobriedad, la responsabilidad.

En definitiva, lo que influye en este juego de las percepciones, roles o estereotipos es el grado de esnobismo al que los sujetos lleguen.

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